El entrenamiento táctico en los ejércitos data desde que existen las guerras.
Podemos encontrar ejemplos desde varios siglos antes de Cristo que muestran que en las antiguas civilizaciones ya se valoraba la forma física del guerrero.
Por ejemplo, en las obras La Odisea o La Iliada, Homero describe diferentes modalidades deportivas que tienen lugar en el seno de los ejércitos. La lucha, la carrera, el lanzamiento de peso y jabalina y el tiro con arco son algunas de ellas.
Posteriormente, encontramos referencias en la obra El Arte de la Guerra de Nicolás Maquiavelo donde opinaba que los soldados “deberían estar dirigidos a endurecer el cuerpo, acostumbrarlo a sufrir las fatigas y a aumentar su agilidad y destreza”.
O en palabras del Gran Capitán, según la obra De re militari de Diego de Salazar: “Ejercitaban, pues, sus mancebos en el correr por hacerlos veloces, y en el saltar por hacerlos diestros, y en el tirar la barra, y probar fuerzas de brazos, por hacerlos fuertes […] porque la velocidad le hace apto a ocupar los lugares a los enemigos, […] la destreza le hace apto a guardarse de los golpes, y a saltar una cava, o acequia, y a subir un vallado o pared, la fuerza le hace mejor sufrir las armas, y acometer el enemigo”.
Sin embargo, la llegada de las armas de fuego y la evolución de la táctica hicieron que la instrucción física fuera perdiendo importancia, centrándose casi en su totalidad en la esgrima.
No es hasta finales del siglo XVIII y principios del XIX cuando aparecen los primeros libros y tratados sobre gimnasia y los ejércitos europeos empiezan a preocuparse por la forma física de sus soldados.
En esta época comienzan a abrirse las primeras escuelas de educación física y los gimnasios en las academias militares.
En España y Francia, el pionero y propulsor de la preparación física del soldado fue el Coronel D. Francisco Amorós.
La filosofía del método de Amorós se basaba en una formación integral que contemplaba tanto el aspecto físico como el moral.
Resumido en palabras del oficial de la marina francesa Georges Hébert, entusiasta y seguidor de la obra de Amorós: «ser fuerte para ser útil».
El método amorosiano consiguió gran auge en Francia, potencia militar en ese momento, y se convirtió en el origen del entrenamiento táctico militar en nuestro país.
La obra del Coronel Amorós puede considerarse como el inicio de la preparación física reglada enlas Fuerzas Armadas de España, tal y como la conocemos hoy.
Aunque seguramente el nombre de Amorós no te resulte familiar, su obra trascendió a su muerte y sirvió de inspiración para la creación de nuevas ramas y disciplinas enfocadas en la formación integral.
Algunas de ellas gozan de cierta popularidad actualmente. Es posible que te suenen el método natural y el “parkour”.
Entrado el siglo XX y con la creación de los ejércitos profesionales, la preparación del soldado adquiere un nuevo enfoque. En los países anglosajones, se populariza el término «tactical athelete» para referirse a policías, militares y cuerpos de rescate que precisan un desarrollo general y específico de capacidades físicas para ser resolutivos en su trabajo. A esta preparación física s ele llama entrenamiento táctico.
Atleta táctico y entrenamiento táctico
La literatura anglosajona define al ateta táctico como el individuo en una profesión “de servicio” que requiere cierta aptitud física para cumplir sus cometidos. Incluye a militares, policías, bomberos, cuerpos de emergencias y de rescate.
Ante la falta de una definición estándar, me permito el lujo de aportar la mía, con el propósito de explicar mejor este concepto.
Un atleta táctico es todo aquel cuya profesión demanda unas altas capacidades físicas y psicológicas que, unidas al conocimiento y empleo de unas destrezas específicas, le permiten afrontar con éxito situaciones de riesgo en beneficio de otros.
Y el entrenamiento táctico es la preparación de este conjunto de capacidades que necesita todo atleta táctico.
Como se puede apreciar hago alusión no sólo a las capacidades físicas, sino también a las psicológicas y a las propias de cada cuerpo.
También destaco el riesgo como parte inherente de la actividad de un atleta táctico y el trabajo en beneficio de la sociedad y no sólo para uno mismo, significado del término anglosajón “in service occupation”.
El US ARMY fue el primero en dar un paso significativo en el entrenamiento táctico con la iniciativa «Soldado Atleta». El propósito era mejorar el rendimiento físico entre los soldados de nuevo ingreso a través de un entrenamiento físico de calidad, estrategias de mitigación de lesiones y una nutrición apropiada.
Progresivamente, el US ARMY ha seguido transformando el entrenamiento militar de sus atletas tácticos con el fin de preparar eficazmente a los soldados para las demandas físicas de las operaciones.
¿Qué diferencia a un atleta táctico de un atleta profesional?
La gran diferencia entre ambos la encontramos en la finalidad de su preparación y en las condiciones a las que se ve sujeta su actuación.
El ”por qué” de un atleta táctico está ligado al servicio a los demás.
Además, el entorno donde debe combatir es volátil, incierto, complejo y ambiguo (VUCA).
Estas consideraciones implican, a su vez, las siguientes características:
- No hay un inicio o final programado. La disponibilidad ante la llamada del deber requiere un permanente estado de forma para afrontar situaciones de riesgo, con gran estrés y de tiempo desconocido. Es posible planificar picos de forma para un despliegue o para periodos específicos, pero es importante mantener un buen estado de forma durante todo el año.
- La recuperación física y psicológica puede ser limitada. En ciertas ocasiones, los atletas tácticos tendrán que soportar déficit de sueño y una nutrición subóptima, al tiempo que llevan a cabo sus cometidos.
- La toma de decisiones difíciles y complejas (en ocasiones, de vida o muerte) en un entorno física y mentalmente estresantes hacen que la adquisición de profundas habilidades psicológicas sea fundamental.
Todo lo anterior refleja el grado de dificultad del entrenamiento táctico, así como la gran responsabilidad que conlleva su planificación.
Tengamos en cuenta que un programa de entrenamiento físico mal diseñado, mal ejecutado o fruto del desentrenamiento puede provocar consecuencias nefastas para uno mismo y para la unidad.
La aparición de fatiga temprana, la mayor probabilidad de lesión, el desánimo, la desmotivación, y en casos extremos, la muerte son algunos de estos graves riesgos.
¿Cómo podemos llevar a cabo el entrenamiento táctico del combatiente para completar una preparación que le permita superar con éxito las amenazas en un entorno VUCA?
Diseñando el entrenamiento táctico
Se extrae de la definición que el concepto atleta táctico es aplicable a todo un conjunto de profesiones como militares, policías o bomberos que se enfrentan a situaciones de gran demanda física y mental.
Las diferencias las marca el entorno operativo de cada una de las profesiones, así como sus destrezas específicas.
El militar, especialmente entendido como combatiente, es un tipo de atleta táctico cuyo entorno se visualiza en el combate.
Como consecuencia, el entrenamiento táctico debe dotar al combatiente de unas capacidades que le permita superar con éxito los esfuerzos físicos y momentos de adversidad propios del combate.
Además, el militar trabaja en equipo, formando unidad. La cohesión y el compañerismo son potenciadores del combate. Por lo tanto, el entrenamiento táctico debe favorecer las sinergias entre compañeros para aprovechar las fortalezas y reducir las debilidades individuales.
Para conseguir todo ello, un atleta táctico necesita un acondicionamiento físico y mental que se prolongue durante largos períodos de tiempo y se unifique con la preparación técnico-táctica y moral.
Las capacidades que el atleta táctico debe perfeccionar son numerosas. Podemos clasificarlas principalmente en destrezas físicas, psicológicas y específicas.
- Físicas. Son aquellas relacionadas con el desarrollo biomotor.
- Psicológicas. Se refieren a las habilidades mentales y morales.
- Específicas. Tienen que ver con aquellas tareas que son propias del militar.
Estas destrezas se interrelacionan en el combate. Es sencillo comprender que el soldado necesitará unas adecuadas destrezas físicas para correr, escalar, nadar, atravesar entornos accidentados, portar material pesado, etc.
Pero, también se le requerirá que sepa reaccionar al fuego, emplear los medios y materiales militares, coordinarse con sus compañeros o socorrer a un camarada herido o en peligro. En estos casos, las destrezas psicológicas y específicas son la garantía del éxito.
Por lo tanto, la preparación del combatiente debe progresar desde las destrezas por separado a su entrenamiento combinado.
Profundicemos a continuación en cada una de las destrezas para comprenderlas mejor.
Destrezas físicas
Como decíamos, las destrezas físicas son las relacionadas con el movimiento del cuerpo y su funcionalidad.
El estado de forma del militar debería ser lo más completo posible. Para conseguirlo, es preciso trabajar los patrones de movimiento, las capacidades físicas y los sistemas energéticos.
El desarrollo de cada uno de estos aspectos te ayuda a ser más eficiente y a posponer la fatiga consecuente del combate.
Empezaré hablando de los patrones de movimiento.
Un patrón de movimiento es una combinación de acciones ordenadas que producen un resultado motriz para realizar una función.
Los patrones de movimiento posibilitan la realización de ejercicios y secuencias de movimiento más complejas. Es necesario identificar y fortalecer los patrones de mayor transcendencia en las actividades del combatiente.
En las siguientes líneas, indico algunos de ellos, pero no tienen por qué ser los únicos:
- Desplazamiento. Engloba los diferentes patrones que nos permiten trasladarnos de un lugar a otro. Tiene una mayor implicación en la resistencia cardiovascular y se asocia principalmente con correr, pero puede comprender también andar y reptar entre otros.
- Salto. Incluye las acciones que conllevan extensión de cadera y rodilla. Se relaciona con la fuerza y potencia de tren inferior.
- Empuje. Reúne las acciones que facilitan impulsar objetos externos. Se asocia con la fuerza de la musculatura de pecho, hombros y brazos.
- Tracción. Son las acciones necesarias para tirar de objetos externos. Desarrolla la fuerza de la musculatura de la espalda
- Lanzamiento. Comprende los movimientos para lanzar objetos. Involucran todo el cuerpo y desarrolla la potencia y la coordinación.
Entrenar los patrones de movimiento que aparecen en el combate mejora la coordinación intermuscular y suponen una transferencia directa a los gestos y destrezas específicos.
En conclusión, te hacen más eficiente.
El US army tuvo en cuenta los patrones de movimiento que más influían en la actividad de sus combatientes para sustituir sus antiguas pruebas físicas.
El nuevo test se orienta a las acciones de combate y así lo refleja su propio nombre: “Army Combat Fitness Test” (ACFT).
Por otro lado, debemos tener en cuenta las capacidades físicas.
Una clasificación ampliamente aceptada divide las capacidades físicas en básicas y complementarias. Las básicas son la fuerza, la resistencia y la velocidad. Las complementarias son la amplitud de movimiento (flexibilidad, elasticidad y movilidad articular), la coordinación y el equilibrio.
A priori, parece que la fuerza y la resistencia son las capacidades predominantes en las tareas del combatiente. Por lo tanto, deben ser la base de la planificación. Esto no quiere decir que nos olvidemos del resto. También son importantes y potencian las anteriores. Se deben incluir en el entrenamiento como objetivos secundarios. Por ejemplo en los calentamientos y sesiones compensatorias.
- Fuerza. La mejora el sistema muscular permite realizar los patrones de movimiento con mayor energía. Mayor fuerza se traduce en soportar más peso, durante más tiempo y a mayor velocidad
- Resistencia. La mejora de los sistemas cardiovascular y respiratorio pospone la sensación de fatiga y favorece la recuperación.
Por último, el combatiente debe tener la suficiente flexibilidad metabólica que le permita funcionar con la energía disponible. Esto se consigue exponiéndose a esfuerzo de diferentes volúmenes e intensidades.
Destrezas psicológicas
El estado mental de un militar es clave para afrontar miedos, incertidumbre y adversidad.
En un entorno VUCA, no son suficientes las destrezas físicas y específicas. Si la cabeza no resiste el primer contratiempo, estamos perdidos.
Por ello, es preciso incluir la mentalidad e implementar técnicas y sesiones de trabajo psicológico en el entrenamiento táctico.
Entre las capacidades psicológicas importantes para un militar podemos destacar:
- Resiliencia. Es la capacidad de sobreponerte a las dificultades y adaptarte a nuevas situaciones.
- Disciplina. Entendiéndola como la constancia de las acciones hacia el propósito marcado.
- Decisión. Es la seguridad y coraje con que se ejecuta una acción, superando miedos y ganando autoconfianza.
- Camaradería. Hace alusión al trato de amistad, respeto, cohesión, trabajo en equipo y confianza entre militares.
Entrenar estas capacidades precisa enfrentarse a diferentes situaciones tanto de forma individual como en grupo. A continuación, indico algunos ejemplos para entrenar estas destrezas.
- Entrenamiento de habilidades psicológicas como relajación, autodiálogo, visualización y control de la atención.
- Carga de trabajo con fatiga. Por ejemplo durante maniobras o entrenamientos dobles.
- Entrenamiento en ayunas y déficit calórico.
- Actividades nocturnas y con déficit de sueño.
- Entrenamiento en diferentes climas y meteorología.
- Pruebas de decisión como el salto de caballo, salto de trampolín o equitación.
Destrezas específicas
Las destrezas específicas son la razón de ser del combatiente.
El entrenamiento táctico debe comprender las actividades propias de su profesión. En nuestro caso, se definen como aquellas que forman parte fundamental del combate.
El entrenamiento militar incluye destrezas específicas como la orientación, el empleo de armamento, el combate cuerpo a cuerpo, los primeros auxilios de combate o la evacuación de heridos.
Acciones como reptar, cavar, trasladar, material, pasar obstáculos o vadear cursos de agua también se incluyen en este grupo. Y en función del tipo de Unidad puede comprender muchas otras.
La inclusión de estas destrezas en el entrenamiento físico es una buena forma de entrenamiento específico, así como acostumbrarse a entrenar con la uniformidad de combate, equipo y armamento.
Los deportes militares son otra gran forma de combinar las principales capacidades físicas, específicas y psicológicas. Incluirlos como parte del entrenamiento táctico es más que aconsejable.
Si mencionábamos al US ARMY como referente en el empleo de los patrones de movimiento para medir las capacidades físicas de sus combatientes, el UK ARMY hace lo propio con las destrezas específicas.
Las pruebas físicas para sus unidades de combate incluyen acciones específicas con uniforme, equipo y armamento.
La planificación del entrenamiento táctico
Adquirir un buen rendimiento en todas las destrezas descritas anteriormente no es algo sencillo.
Una adecuada planificación es la clave para conseguirlo.
Y para ello, es necesario adaptar el entrenamiento táctico al ciclo de disponibilidad de las Unidades.
El ciclo de disponibilidad marca el camino que debe seguir una Unidad en su preparación.
Se divide en tres fases en las cuales Unidades y combatientes deben completar ciertos objetivos.
El entrenamiento debe ser parte de este ciclo.
La fase de adiestramiento general tiene un enfoque amplio y las Unidades se adiestran de menor a mayor entidad. En esta fase el entrenamiento debe ir de lo general a lo específico y de lo fácil a lo complejo. Primero se trabajan las destrezas por separado. Cuando se haya conseguido cierto progreso, es preciso empezar a combinar diferentes tipos de destrezas.
Por ejemplo, al principio los ejercicios de tiro pueden ser estáticos para mejorar la técnica de tiro. Por su parte, la resistencia cardiovascular podrá entrenarse en base a diferentes tipos de carreras. Pero posteriormente el tiro y la resistencia tendrán que entrenarse de manera conjunta.
El resto de destrezas físicas, psicológicas y específicas llevarían una evolución similar.
Durante la fase de respuesta inmediata, el entrenamiento táctico debe tender a mezclar cada vez más todas las destrezas en multitud de escenarios para finalizar con un entrenamiento lo más específico posible al despliegue durante el adiestramiento operativo (4+2).
Por último, en la fase de alta disponibilidad la Unidad despliega. En este periodo el entrenamiento debe servir para mantener las capacidades alcanzadas sin interferir en las misiones. El volumen será menor, pero se mantendrá la especificidad y la intensidad.
En resumen
Como se puede ver, el entrenamiento táctico es mucho más complejo de lo que parece a simple vista.
No basta con ponerse las zapatillas y correr. Con ir al gimnasio o hacer crossfit.
Tampoco es suficiente con ser resiliente o el mejor tirador.
La clave del entrenamiento táctico se halla en simular, en la medida de lo posible, el combate. Combinar las destrezas físicas, psicológicas y específicas y orientarlas a los posibles escenarios.
- Físicamente serás más completo si perfeccionas los diferentes patrones de movimiento, las capacidades físicas y los sistemas energéticos.
- Psicológicamente te harás más fuertes si te enfrentas a situaciones de adversidad.
- Técnicamente mejorarás a través de la realización de las tareas específicas militares.
- Y combinar las destrezas mediante una adecuada planificación te hará mejor combatiente.
2 comentarios en “Entrenamiento táctico – Preparado para todo”
Muy interesante artículo, además de tener una utilidad directa de cara a la instrucción de unidades, un aprovechamiento máximo del tiempo de deporte. Fabuloso
Gracias Ramón por tu comentario. De eso se trata de aprovechar el tiempo disponible para mejorar el rendimiento y la salud.